Wednesday, December 12, 2012

"One step at a time" by Nieves Garcia






Nieves posted the following link recently on Facebook

[where I know a lot of you are instead of being here and following me!]

A long time ago when i was in the Regnum Christi, we were asked to write a testimony about what it meant for us to be co-founders...you know what I mean. I remember explaining that it meant walking in the dark; that it was incredible not to be able to see but just to keep putting one foot in front of the other, knowing you are not going to fall. The female director rebuked me and asked why I would say such a thing.

Now I see that my life was always like that and still is! Keep going! Not to stop because I don't see everything clearly. Maybe life itself is just like that. It is one day after another. We can't stop time. Every day we have to make decisions, even if it is just to get up in the morning. I wasn't motivated every day but I had to walk. I could not step off the train of life.

I want to make definitive decisions but I did not know which. I realized that each day had only one burden, one decision that needed to be taken. Just one step in front of the other. That was all....

[translate the rest on your own...]


Un pie delante de otro, nada más

Hace tiempo estando en el RC, se nos pidió a varias un testimonio acerca de lo que era para nosotras ser cofundadoras...en fin. Recuerdo que expliqué que para mí era caminar en la niebla, que lo increible era no ver pero seguir poniendo un pie delante de otro, con la certeza de no caer. La directora me llamó la atención y me dijo que cómo decía eso. 
Ahora veo que así ha sido mi vida y lo sigue siendo: ¡caminar! no detenerse, precisamente porque no veo todo claro. Quizás en parte la vida misma te obliga, un día se sucede al otro y no puedes detener el paso del tiempo. Cada día hay que tomar decisiones, aunque sea levantarse en la mañana. No todos los días he tenido el ánimo, pero había que caminar. No podía "bajarme" del tren de la vida misma.
Quería tomar decisiones definitivas, pero no sabía cuales. Y me di cuenta que cada día tenía un solo afán, una sola decisión que tomar. Y con ello era suficiente. Solo un pie delante del otro, nada más.
Y la experiencia que me iba saliendo al paso, en las cosas más sencillas, es que había Alguien, distinto de mí, que me cuidaba. Cuando llegué a Madrid la ciudad me resultaba extraña, pero incluso cuando cogía el metro, había una voz interior que me decía, no vayas por aquí, toma este otro camino, y ...acertaba. Yo pensaba a veces que estaba loca, que me inventaba todo, pero era real, era Alguien distinto a mí.
Recuerdo un día de profunda soledad interior, que me envolvía una sensación de abandono, que fui a ver a un matrimonio con dos niñas pequeñas. Era víspera de Navidad. Al rato de estar sentada, llegó la niña pequeña, de apenas 5 años, me vió, y sin conocer se sentó en mis piernas, me abrazo con fuerza y me dijo: te quiero mucho. No sabía ni mi nombre, y sus padres me dijeron que no era dada a acercarse a extraños. Estuvo toda la tarde en mi regazo, abrazada. Y cuando me fui me regaló un árbol de plastilina, que aún conservo.
Ese Alguien conocía el estado de mi alma, y me quiso decir a través del medio más  limpio, que era amada.
Gracias Jesús mío, por tu cariño providente. Tú no escuchabas mis palabras de enfado, solo veías mis lágrimas, y salías a mi paso para decirme, la frase más repetida de tu Evangelio: No tengas miedo.

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